2015-05-15

Maestros del Bidasoa


"Recorre apenas 70 kilómetros, pero es un nexo de unión que trasciende de lo físico y forja un carácter, que está impregnado de una cultura, historia y lengua, y que conforma el País del Bidasoa. Así resume Pello Fernández Oyaregui, profesor de historia del arte y secretario de la Fundación Ciga, la fuerza del río Bidasoa, fuente de inspiración y cuna de artistas durante 100 años, reunidos por fin en una exposición en Pamplona. Inaugurada ayer, Maestros del Bidasoa. Inspiración y dedicación-Bidasoko Maisuak. Inspirazioa eta dedikazioa engloba 80 obras de distintas épocas y de 28 creadores variopintos como Vázquez Díaz, Darío de Regoyos, Tomás Sobrino, Javier Ciga, Ana Mari Marín o Menchu Gal, y que puede visitarse hasta el 14 de junio en la sala de exposiciones Conde de Rodezno.

La muestra, según explica el comisario y pintor lesakarra Juan Carlos Pikabea, se configura en torno al río Bidasoa “como eje vertebrador”. “En la entrada, por respeto, hemos colocado las piezas de los artistas fallecidos de forma cronológica. Era complicado porque había mucha variedad de cuadros, de distintos tamaños, formatos y marcos, pero ha sido muy placentero”, asegura Pikabea. La segunda parte del montaje está integrado por las obras de artistas vivos, 13 de los 28 que conforman la exposición, “ordenados como si sus obras hicieran un recorrido por el río Bidasoa, partiendo del Valle de Baztan”. El centro y altar de la sala lo preside un cuadro de Gaspar Montes Iturrioz pintado al final de la Guerra Civil y que representa la esperanza tras el conflicto, con el objetivo de transmitir que “el arte representa la esperanza de construir un futuro mejor”.

Este proyecto, organizado en colaboración por los ayuntamientos de Pamplona e Irún, está planteado además como una muestra itinerante. De hecho, del 17 de julio al 30 de agosto se expondrá en la Sala de Exposiciones Amaia KZ de Irún, “uniendo dos pueblos vecinos y amigos, como lo hace el río Bidasoa”, señala el comisario, que adelanta que el año que viene le gustaría poder llevar las creaciones de estos artistas a Donostia, Bilbao, Baiona y otras partes del Estado. “Es una exposición muy interesante con artistas de primer orden: personas que han dedicado su vida a la pintura y a cumplir sus sueños”, resume el lesakarra Pikabea, que añade que, en su opinión, es precisamente la heterogeneidad y diversidad entre los creadores lo que “engrandece el proyecto”, porque “la pintura es un acto individual en el que cada uno expresa lo que lleva dentro”.

“Los pintores y pintoras que conforman esta exposición, unidos como lo están por un paisaje, por ese bello entorno que de una manera u otra los ha modelado como lo que son, no ofrecen una mirada única sino cada cual la suya, para ponernos ante la nuestra un paisaje que es uno y muchos al mismo tiempo”, indica la periodista Alicia Ezker en el catálogo de la muestra. Y es que, tal y como recuerda el secretario de la Fundación Ciga y profesor de historia del arte, Fernández Oyaregui, en la exposición y en lo que denomina Escuela del Bidasoa pueden encontrarse desde reinterpretaciones personales de los paisajes, realizados durante la primera mitad del siglo XX; pasando por modos y maneras impresionistas, postimpresionistas, constructivistas y fauvistas a partir de la segunda mitad del siglo XX; hasta encaminarse ahora y evolucionar hacia una abstracción que no olvida la base figurativa característica.

Eso sí, el elemento definidor de todos, para Fernández, es que el paisaje se entiende “como una vivencia intimista, una experiencia emocional”. No en vano, todos los creadores tienen la misma fuente de inspiración: el río y la cuenca del Bidasoa, ya sea a través del género paisajístico como con representaciones de figuras humanas u otras temáticas, evocadas y creadas a partir de los paisajes que rodean al río. “El paisaje nos lo da todo. Nos da el camino y nos hace todo. Cualquier cosa que te pones delante en la naturaleza, te lo da todo resuelto a la hora de pintar”, comenta rotunda a sus 82 años Ana Mari Marín, pintora baztandarra y enamorada “de Van Gogh, Oteiza y el Valle de Baztan”, después de toda una vida dedicada al arte pictórico.

“Empecé a los 13-14 años cuando vino el artista Fidalgo de soldado a Elizondo. Aunque para entonces yo ya conocía la obra de Mentxu Gal porque era ahijada de mi amona y pintaba sus cuadros desde mi casa, yo formé equipo con Fidalgo y José María Apezetxea. Después, con 17 o 18 años fui a Madrid y expuse con grandes personajes de la pintura”, relata la artista, que asegura que actualmente todavía dedica ocho o diez horas diarias a su pasión “sin contar el tiempo que estoy pintando y dibujando en la calle, que lo hago mucho”. Paisajista del Bidasoa, especialmente del Valle de Baztan, la artista busca expresar “la verdad” y dar “alegría” a través de sus obras.

Divertidas son también las piezas del pintor y escultor Ignacio Larra, (hijo del fallecido Juan Larramendi Arburua), que indaga en las raíces, cultura y costumbres del Bidasoa e, inspirado a partir de sus paisajes, crea obras con la figura como protagonista. “Soy pintor de figuras. Provengo de Larramendi, que era paisajista, pero yo desde el principio tenía otras ideas. Viví en Amsterdam y me enamoré de la pintura holandesa, barroca, flamenca... pero más antigua que Rembrandt y Rubens”, detalla Larra, cuya obra principal en la muestra de Conde de Rodezno es Clase de brujería (2006), que representa “brujas rodeadas de bodegones, que dulcifican la escena”. “Mi obra entronca con la pintura y pintores del Bidasoa porque estas cosas también han ocurrido. Es un pequeño homenaje a ese mundo que tanto me gusta. Hay artistas que pintan el Bidasoa y yo lo que hago es pintar en el Bidasoa, inspirado por errekas, piedras o las oscuridades del bosque”, explica.

En opinión de este pintor y escultor, los creadores y la pintura del Bidasoa “en general no se ha visto y no se conoce demasiado”. “No se ha puesto en valor y este es el momento de empujar y decir esto es nuestro y además cada uno hacemos una cosa diferente”, señala, y añade que en esta diferenciación está precisamente “lo más bonito” de este conjunto de artistas, que da su propia visión de un lugar y un paisaje que a todos les une. “Lo más bonito de todo es que el Bidasoa es un río que sigue un curso, y que los pintores somos sus afluentes. Cada uno venimos de un sitio distinto, seguimos recovecos distintos y llegamos al mismo sitio, aunque hayamos tomado caminos diferentes”, concluye".


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Idoia de Carlos                                              
1-5-2015                                              
(resumen)                                             



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