2015-09-14

Amaiur: Esarte y Monteano


En las últimas semanas, querido lector del blog,
se ha llevado a cabo una discusión histórica sobre Amaiur
protagonizada por Pedro Esarte y Peio J. Monteano
en las páginas del periódico navarro "Diario de Noticias".

Reproducimos aquí sus, por el momento, cinco pasajes.


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Pedro Esarte: "Las tropas de Castilla que tomaron Amaiur".

"A sabiendas o por desconocimiento se ha venido dando pábulo a la existencia en Navarra de dos sociedades enfrentadas, e incursas en una denominada guerra civil durante 100 años, que sería una razón que justificaría la intervención de Castilla a favor de uno de los bandos, que culminaría con la ocupación de 1512. El asunto es tanto más destacable, por cuanto se basa en una falsedad interesada, dando valor de hechos veraces a simples conjeturas que mantienen quienes yerran, mienten, falsean o simplemente desconocen los hechos. Lo que no es baladí por cuando se implican gentes con titulaciones académicas que desarrollan su actividad en la enseñanza o en cargos de responsabilidad pública.

Esta situación se acrecentó en tiempo de la dictadura y se desarrolló por los gobiernos posteriores, como aplicación de una política de adoctrinamiento que ha llegado al presente institucionalizada, con rango de normalidad en todos los ámbitos educativos.

Así, es posible leer un reportaje en DIARIO DE NOTICIAS de 18 de agosto (Mirarte p. 59), reportaje de Iñaki Mendizabal, que pone en boca de Aitor Pescador que “resta hombres a la soldadesca castellana, que en ocasiones ha sido inflada hasta los 10.000 efectivos”, y basa su opinión en cifras de Peio Monteano: “Monteano habla de 600 jinetes acorazados y unos 4.000 infantes, de ellos 1.500 castellanos y 2.500 navarros beamonteses…”. Es decir, que de un total de 4.600 efectivos, 2.500 serían “navarros beamonteses”. Mi sorpresa al leerlo fue grande, si tenemos en cuenta que las cifras que detallé en mi libro sobre la conquista fueron obtenidas documentalmente, capitanía por capitanía, sumando unos 6.200 soldados regulares castellanos, de cuota y armas, además de los 360 gentiles hombres de la guardia propia del virrey conde de Miranda, cuya suma supera los 1.500 que el periodista atribuye a Monteano y Pescador. Documentación que cita las compañías castellanas estacionadas en Navarra (Idoate contabiliza unos 6.200 soldados), como las de Juan de Tovar, el conde de Alba de Liste, de Meneses de Bobadilla, del conde de Cifuentes, de Hernando Enríquez, Pero Vélez, Diego Hurtado, Luis Herrera y Gómez de Agraz. Además de la caballería (unos 1.088 hombres), la infantería vieja (entre otros Pizarro), las tropas de las fortalezas de Estella e Irun. O la infantería nueva (otros 1.141 hombres). Más las gentes de la fortaleza de Pamplona, aportadas por Castilla (unos 1.803 soldados) distribuidos entre veinte capitanías.

A ellos se suman navarros como capitanes de compañías bajo el mando castellano (ya para el año 1513 juraron como capitanes de Castilla “al estilo de España” Góngora, Donamaría y Esparza) conformando sus mandos con soldados de cuota, todos bajo la obediencia al virrey castellano. Finalizan las tropas estacionadas en Navarra con las dieciocho compañías que participaron desde la retaguardia. Todas compañías estables y llegadas desde Logroño, Aragón o Gipuzkoa.

¿DE DÓNDE SALEN LOS BEAMONTESES NAVARROS?

En cuanto a los 2.500 beamonteses, he de decir que no existieron. Hay tres personajes, Ursua, Iturbide y Echaide (se les cita como “gente que está hecha por conducta del reino”), de quienes se esperaba que aportaran 100 hombres cada uno. Sin embargo, el capitán Ursua (de quien se dice era “aficionado a Castilla”) solo llegó a juntar una veintena de parientes y allegados que se dedicaron a hacer tareas de espías; Iturbide solo anduvo en correrías y saqueos con una quincena de parientes suyos y lacayos, y de Echaide no se conoce que siquiera llegara a juntar hombres para la campaña. Los supuestos 2.500 beamonteses hay que bajarlos a cero. Hay dos capitanías de los Beaumont, pero se constataron como compañías de obediencia al virrey y servicio armado al estilo de España, e incluso estaban nutridas con gentes foráneas.

¿QUÉ HICIERON LOS NAVARROS?

Quedaría, pues, relatar la forma en que fueron reclutados los navarros y a qué se dedicaron. El virrey hizo llamada al servicio obligatoria, conforme correspondía hacer al reino. Se llamó a todos los señores para que acudieran con sus lacayos, y a los pueblos para que alistaran a los vecinos al servicio obligado al reino de tres días a su costa, con la promesa de que los demás días se les pagaría. Tras ese procedimiento, ¿cómo separar entre los vecinos obligados, los agramonteses de los beamonteses? En cuanto a los lacayos de los señores llamados (de obligada asistencia también), quedó constancia de que fueron dedicados al acarreo y arrastre de la artillería, vituallas, abastecimientos y útiles necesarios, pues hay que tener en cuenta que los, cuando menos, 6.560 soldados necesitaban el apoyo logístico del acarreo, tarea que se encomendó a los navarros llamados a acudir como obligación de servir al reino. No hay un solo dato de que se armara a esos vecinos, ni que se de noticia de algún acto heroico de ningún navarro, cuando al ocupante le hubiera gustado resaltarlo. Tenemos también una lista de 5 docenas de heridos que se halla en Simancas, que fueron atendidos después de concluida la toma de la fortaleza de Amaiur en el hospital de campaña instalado, sin que haya navarro alguno entre los nombres de ellos.

Esta es pues una síntesis del paso de las tropas castellanas por Amaiur, y de la forma que asistieron los navarros que fueron obligados por los ocupantes, sin que haya cita ni referencia alguna de que participaran en combate. Y es que la existencia de beamonteses y agramonteses no está documentada por datos de la época, ni por autores coetáneos, ni consta en los archivos de Castilla, Aragón y Navarra correspondientes a los siglos XV y XVI. Ni era el sistema de diferentes obediencias, la que distinguía a la forma de regir a los Trastámara. Pero de eso hablaremos otro día".


Peio J. Monteano: "1522. Navarros contra Amaiur".

"En los últimos años historiadores y arqueólogos vamos completando nuestro conocimiento de los hechos que llevaron a la toma del castillo de Amaiur el 19 de julio de 1522 tras la heroica resistencia de un puñado de navarros legitimistas. Unos hechos que, desde muy antiguo, han sido uno de los hitos de la historiografía nacional navarra, pero que aún hoy están rodeados de inexactitudes históricas que sustentan apasionadas interpretaciones, más ancladas en la política actual que en la Navarra del siglo XVI. Desde un lado, se resisten a admitir que la unión a España fue impuesta por las armas. Desde el otro, que en ese proceso se imbrica, junto a una guerra internacional entre España y Francia, una fractura entre los propios navarros.

EL ERROR DE ESARTE

Uno de los aspectos que más postillas levanta es, sin duda, el que en la toma de Amaiur hubiera muchos más navarros entre los atacantes que entre los defensores. Esarte pone en duda, no sólo que los navarros estuvieran divididos en dos parcialidades -agramonteses y beamonteses- sino la colaboración de tropas navarras en la toma del castillo. Para ello se basa en un documento que relaciona unidades castellanas que suman más de seis mil soldados. La lista consta por partida doble en el Archivo Real y General de Navarra (AGN) y en el de Simancas, pero en ambos casos no tiene fecha. Idoate, muy prudente, se curó de datarlo “circa 1522”, pero Esarte, aunque no justifica por qué, lo convierte en el recuento del ejército que atacó Amaiur en julio de ese año y en la prueba palpable de que en él no hubo tropas navarras.

Tengo que decir que, una vez más, Esarte se equivoca. La documentación del AGN y de Simancas, en especial los registros de cuentas, las nóminas de soldados y las libranzas de pago (que pueden consultarse en Internet y que sí cuentan con fecha) prueban que, sin lugar a dudas, esa relación es casi un año anterior a la toma del castillo. En realidad corresponde al pago de las tropas que estuvieron en Navarra entre septiembre y noviembre de 1521 para oponerse a la contraofensiva franco-navarra que pretendía recuperar Pamplona. El hecho de que esa relación incluya los casi dos mil hombres de las milicias municipales castellanas (licenciadas en noviembre de 1521 y que no participaron en la toma de Amaiur) es ya un indicio que debió haber alertado a Esarte de su error.

NAVARROS BEAMONTESES, NAVARROS AGRAMONTESES

Tampoco hay dudas sobre la considerable participación de tropas navarras en la ofensiva que culminó con la toma de Amaiur. La misma correspondencia capturada a sus defensores tras la rendición, las llamadas cartas de Maya, así lo atestigua. En concreto, la carta con la que el 11 de julio de 1522 el notario Agerre, de Etxalar, informaba a los legitimistas de la llegada del ejército sitiador evita que tengamos que elucubrar sobre este tema. Esta carta puede consultarse también en Internet. Así, describiendo el ejército que se le echaban encima a Velaz de Medrano asegura: “Y tienen gran fama de gente, pero es lo cierto que no hay sino bien pocos castellanos, sino lo que en Navarra los beamonteses han podido coger. Es verdad que en todo el reino hay mandamientos del Gobernador para levantar gente, pero no puede sacar de los agramonteses sino algunos por fuerza en la Cuenca de Pamplona”. Es decir, a pesar de que se dice que el virrey español viene con un gran ejército, lo cierto es que vienen muy pocos castellanos. La mayoría son tropas reclutadas por los nobles de la parcialidad del conde de Lerín y algunos agramonteses obligados a participar en la ofensiva. Y por documentación recientemente aparecida en el AGN, conocemos con todo detalle este reclutamiento.
La evaluación concreta de las tropas castellanas nos las da el propio virrey en una carta conservada en Simancas. Al pedir a Carlos V que le envíe dinero para pagar a su ejército, lo cifra con precisión: 1.500 soldados de infantería, 400 hombres de armas (caballería pesada) y 200 jinetes (caballería ligera). Y respecto a las tropas navarras añade que tampoco puede pagarlas: “Y de la otra gente de la tierra no hay de qué hacer dinero”. Habían sido reclutadas siguiendo el tradicional sistema foral y debían ser pagadas a partir del tercer día. Por todo ello, conocemos con precisión los contingentes navarros incorporados progresivamente desde el 5 de julio. De millar de soldados aportados por la merindad de Pamplona destacan los de algunas cendeas de la Cuenca (148 soldados), Larraun-Araitz-Leitzaran (138) y Sakana (108). De la de Sangüesa acudieron otro millar, destacando las milicias de Roncal (250), Longida-Aoiz (185) y Sangüesa (177) Estella y Olite aportaron contingentes mucho más pequeños y Tudela apenas 23 escuderos. Según la contabilidad castellana, se libraron a los capitanes navarros casi 700.000 maravedíes, lo que permite cifrar el contingente en 2.300-2.500 soldados. Es más, gracias a los poderes notariales que los milicianos otorgaron para gestionar su cobro, sabemos los nombres y apellidos concretos de los casi 700 que integraron las milicias de Roncal, Leitzarán, Valdizarbe y Sakana.


Los historiadores no podemos tomarnos las licencias que utilizan los escritores de novela histórica a la hora de moldear su obra. Debemos ser muy rigurosos en la crítica y tratamiento de toda la documentación disponible. Y en cuanto a las interpretaciones, siempre respetables, debemos cuidarnos de caer en relatos de buenos y malos, y de cometer la injusticia de juzgar a la gente sacándola del tiempo que le tocó vivir".


Pedro Esarte: "¿Existieron tropas navarras en la toma de Amaiur?".

"En la respuesta a mi artículo, el señor Monteano da por hecha la existencia de dos interpretaciones históricas sobre Navarra, frente a las que se muestra equidistante, pero sin embargo él acepta la guerra de 100 años entre “agramonteses y beamonteses”, en lo cual yerra. Recomienda “cuidarnos de caer en relatos de buenos y malos”, cuando mi visión es entre dominados y ocupantes, cosa sustancialmente diferente, como ocurrió en realidad, ya que no había parcialidades enfrentadas civilmente y menos armadas. Y lo sostiene cuando fija “tropas navarras” en la toma del castillo, en contra de la documentación existente.

Los autores castellanos de la época (incluido Luis Correa que se supone testigo presencial), no mencionan dicha división. Los archivos castellanos, aragoneses y navarros, tampoco la mencionan. A destacar la profusa documentación consultada de la Cámara de Comptos, Protocolos notariales, Archivo Municipal de Pamplona, Rena y Procesos de la Corte Mayor y del Consejo Real, que tampoco lo mencionan. Y tampoco se llaman así los supuestos grupos, ni entre sí, ni entre ellos.
Nominar hoy agramonteses y beamonteses como parcialidades es falsear los hechos y caer en un presentismo ajeno a la documentación. Monteano presume de que “Los historiadores tenemos el deber de explicar el pasado, no de justificar el presente. Tenemos que exponer los hechos tal y como se produjeron, con rigor, valor y sinceridad [...] para distinguir en todo momento el cómo fueron las cosas [...] contextualizada política y mentalmente en su época […]”. Versión citada pero no seguida.
En cuanto a las “tropas navarras”, ni hubo tales tropas, ni fueron armadas, ni tuvieron quien las mandara. Los navarros presentes en Amaiur fueron obligados, y se dedicaron a abrir los caminos, arrastrar la artillería, acarrear los utillajes, las vituallas y los abastecimientos para los soldados. Su recluta fue hecha a los alcaldes de los pueblos, mediante las órdenes virreinales llevadas por comisarios militares, que requerían a la “llamada del reino” a los habitantes de los pueblos y muchos tuvieron que ir acompañando a sus animales de trabajo y carros requisados, para poder volver a casa con ellos.

Incluso Monteano cita el año 2010, la recluta forzada, reconociendo las dificultades de alistamiento: “las resistencias de los pueblos a aportarlos [...] fueron muy grandes. Para obligarles, el virrey hubo de enviar comisarios acompañados de soldados, repetir varias veces sus requerimientos y amenazó con cuantiosas multas. Aun así, varios jurados de los pueblos prefirieron terminar con sus huesos en la cárcel”. ¿Dónde están entonces las tropas navarras beaumontesas?
Sobre el número de tropas castellanas, el recuento que hice para mis cifras no proviene sólo de los datos de Idoate (que también), pero como conoce Monteano mis datos se confrontan con las cifras dadas por los soldados que se asentaron en Navarra tras la conquista, y los fui recogiendo de procesos civiles posteriores. Al testificar, declaraban al regimiento al que pertenecían y los años y lugares donde lucharon. Las capitanías que menciona Idoate como participantes, son coincidentes en gran número con las declaraciones de los soldados castellanos que sirvieron en las tropas castellanas en Amaiur, y en otros hechos que detallé en el libro de la conquista.

También están confirmadas las entradas de nuevas tropas a Navarra tras el verano de 1521, que fueron llegando desde noviembre de ese mismo año y siguieron viniendo durante el primer cuatrimestre de 1522, y las que los meses previos, cubrieron las principales fortalezas de Navarra y Pamplona, dado que las tropas que acudieron a Amaiur fueron engrosadas hasta con las guarniciones existentes. Lo detallo en el libro de la Conquista, con datos contrastables y existentes en el propio ARYGN.

En esta situación, mantener que los cercados “sabían que la mayoría del ejército eran beamonteses y algunos agramonteses de la Cuenca de Pamplona movilizados forzadamente ...”, tiene poco que ver con la reclamada necesidad de “exponer los hechos tal y como se produjeron, con rigor, valor y sinceridad […]”.

En cuanto a la carta de Aguerre, Monteano leyó mi copia, que se la tomé al P. Recondo, y a cuya trascripción sobre beamonteses y agramonteses no le doy crédito, tal como pongo en la 3ª edición del libro de la conquista. Aguerre y el rector Joanes de Elizondo se informaron de las tropas que traían los castellanos a Amaiur conversando con el espía de los castellanos, Martín de Ursua, y de un clérigo familiar suyo. Naturalmente, les mintieron en todo. Según la posdata de la citada carta, les dijeron que los castellanos tenían otro objetivo: “[…] sobre Fontarrabía van mucha gente de Castilla segun se dice que van todos los caballeros de Castilla con grande exército, y los guipuzcoanos con ellos. Que dicen que ya están en Urtubia y Vra. M. no habrá [no tendrá] socorro”.

Monteano me invita a acudir a Internet a ver este documento, pero ni está la carta ni tampoco han sido publicadas otras de las encontradas en la fortaleza en Internet como Cartas de Maya. El sabrá, como técnico superior del ARYGN, por qué no han sido puestas en la Red tras la realización del inventario y su publicación; y por qué han sido puestas otras que no pertenecían al fajo de las encontradas en la fortaleza.

También puede explicar Monteano, de donde deduce que el ejército total que fue a la toma de Amaiur, por una demanda de dinero que hizo el virrey a Carlos I (para 1.500 soldados de infantería, 400 hombres de caballería pesada y 200 de caballería ligera (-¿y la artillería?-). Las cuentas de la conquista son un capítulo muy extenso y lleno de marrullerías, del que ya explico algunas cuestiones en mi libro Rena II. Para la gente de la tierra la falta de pagos, fue lo cotidiano. Muchos pleitearon inútilmente para ser pagados cuando menos en los gastos y no lo consiguieron.

En este ambiente sacar la cuenta de asistentes por las cifras a pagar (Rena guardaba exquisitamente los recibos de lo pagado), resulta hacer cábalas y suposiciones, dado que mucha de la documentación citada está sin fechar y no contiene los recibos que justifiquen su pago. Yo recojo las demandas de pueblos que reclamaron el pago por su asistencia y nunca cobraron. Y nunca aludieron en sus demandas a su participación como tropa, y mucho menos como combatientes.

Si de los 2.500 beamonteses que se afirma en el artículo de Monteano hubieran sido soldados de tropa, habrían quedado datos de que sirvieron como tales, pero ni existen ni fueron pagados como soldados; razones suficientes para deducir que ha novelado su relato, más que ajustarse a la historia de lo que realmente ocurrió en Amaiur.

En fin, que para aportar el relato de hechos veraz, no sirven los títulos oficiales. Hace falta mamar de las fuentes del conocimiento con tenacidad y pasión propia para llegar a ser el padre de la criatura. Y Monteano sabe por qué le digo esto".


Peio J. Monteano: "Amaiur, 1522".

"la respuesta del señor Esarte me resulta, cuando menos, confusa. Admite su error al cuantificar los efectivos del ejército que conquistó el castillo de Amaiur. Por otro lado, asegura que los navarros no participaron en él, pero a la vez afirma que lo hicieron obligados y no fueron combatientes. No, pero sí. También su negativa a reconocer, contra toda evidencia documental, que en la conquista de Navarra la postura de los navarros estuvo mediatizada por la existencia de dos bandos nobiliarios enfrentados.

Las milicias navarras

Los documentos del Archivo Real y General de Navarra (Fondo Rena) y de Archivo General de Simancas (Fondo Contaduría del Sueldo) que acreditan el pago a las milicias navarras son tan precisos que permiten evaluar el número de soldados. En ellos figura cuántos eran, el día en que salieron de sus valles, quién era su capitán, cuántos días sirvieron y cuánto cobraron. Sabemos así, que la mayoría de ellos salieron de sus casas el 5 y 6 de julio. Pasaron revista de sus efectivos hombre a hombre (alarde) ante los pagadores castellanos el 21 de julio, es decir, dos días después de la toma del castillo, donde recibieron un adelanto de la paga para poder costearse su sustento. Finalmente, el día 25 las milicias navarras fueron licenciadas.

La precisa contabilidad castellana acredita todo ello con rigor contable. Un ejemplo lo tenemos en el expediente de pago a las milicias de los valles de Guesálaz, Yerri y villa de Mendigorría, que capitaneó el señor de Sarria. Gracias a la excelente labor de organización llevada a cabo por mis compañeros del AGN, puede consultarse en Archivo Abierto introduciendo en el buscador del fondo Rena las palabras Sarria y Amaiur. Como en este caso la letra cortesana castellana de la época es muy complicada de leer, permítaseme que extracte la información. Salieron de sus casas el 5 de julio y en el citado alarde resultaron ser 149 hombres, cuyos nombres se recogen en el poder notarial. Retribuidos a 28 maravedís por día y descontados los tres a que estaban obligados por el fuero a servir a su costa, los 18 días de servicio se les pagaron con 78.020 maravedíes, incluido el sueldo del capitán (2.923). Descontados los 48.232 que recibieron de adelanto, el recibo firmado de su puño y letra un año después reza así: “Conozco yo, Francés de Lodosa, señor de Sarria, que recibí del señor micer Juan Rena los 29.788 maravedís de esta otra parte contenidos que yo hube de haber por mí y en nombre de la gente que llevé a mi cargo en la jornada de la toma de Maya por virtud de los poderes que de ellos tengo. Y porque es verdad, firme esta de mi nombre en Pamplona a 23 de agosto de 1523 años. Francés de Lodosa”. Documentos similares tenemos para el resto de tropas navarras. Por si fuera poco, en Simancas se encuentran las relaciones, uno a uno, de todos los milicianos de esas milicias y de las de Goñi, Valdorba, Valdizarbe, Egüés, Etxauri, Roncal, Sakana y Tierra de Sangüesa.

Es cierto que, como yo mismo expongo extensamente en mi obra, muchos de ellos debieron participar contra su voluntad. ¿Cuántos? No lo sabemos. También parece ser cierto, a la vista de las bajas y heridos causados y de ciertos procesos judiciales, que el asalto a la fortaleza fue llevado a cabo por las tropas profesionales españolas y, en especial, por los 40 artilleros que sirvieron la batería. Los navarros debieron limitarse a cerrar el asedio, impidiendo la llegada de cualquier socorro a los sitiados.

No quiero extenderme más en este tema. A quien esté interesado, remito al análisis y referencias documentales que incluyo en mi obra De Noáin a Amaiur (Pamiela, 2010).

Las parcialidades

Respecto a la existencia de bandos, creo que la postura del señor Esarte es igualmente indefendible. La carta en la que el notario Agerre destaca la presencia de navarros beamonteses y agramonteses en el ejército del virrey es difícil de rebatir. Se trata del original firmado de su mano y escrito en una clara letra humanística, típica de la Navarra de la época. Para acceder a su copia digital, basta con introducir Aguerre en el buscador del Fondo Rena (Archivo Abierto).

No obstante, si el señor Esarte no da crédito al notario legitimista, tal vez lo haga al mismo rey Juan III de Labrit. Éste se refiere a las parcialidades navarras cuando a principios de 1515, estando exiliado en Bearne, explicaba en castellano a su canciller el inicio de conversaciones con Francés de Beaumont: “Como sabéis, siempre habemos procurado lo más que nos ha sido posible de ganar las voluntades de los navarros, especialmente de los beamonteses, pues la de los otros, teniendo acá al Mariscal y a los otros caballeros que están en nuestro servicio, las tenemos permanente”. El documento original está en el Archivo de Pau (Legajo E-556).

Así, pues, la cuestión no radica ya en si existieron o no bandos o parcialidades nobiliarias con actitudes diferentes y cambiantes ante el invasor. Tampoco si tropas navarras participaron o no en la toma de Amaiur. Ambas cuestiones están suficientemente acreditadas y los historiadores navarros no debemos ocultarlo. La cuestión es saber si esas parcialidades tenían unos postulados que hoy llamaríamos políticos y conocer en medio de qué condicionantes ideológicos, materiales y de coyuntura internacional se tuvieron que desenvolver para poder así entender y explicar esos comportamientos.El autor es técnico superior / goi mailako teknikaria Archivo Real y General de Navarra / Nafarroako Errege Artxibo Nagusia".


Pedro Esarte: "Alrededor de los hechos de Amaiur el año de 1522".

"Tras una nueva respuesta de Monteano voy a tratar de desenredar el tema lo más claramente posible, concretando hechos que tienden a difuminarse en la ambigüedad empleada en sus respuestas.

1.ª Monteano dice que mi escrito le resulta confuso, y le sirve para no contestar directamente a mis planteamientos. Además, falta a la verdad cuando afirma que “La respuesta del señor Esarte […] admite su error al cuantificar los efectivos del ejército que conquistó el castillo de Amaiur”. Pero no es así; mantuve y mantengo que los aproximados 10.000 españoles que cito, capitanía por capitanía, como ya expuse y ratifico, los aporté y justifico por medio de declaraciones de soldados que, tras ser parte de las tropas que estuvieron en Amaiur, se establecieron en Navarra y relataron en declaraciones prestadas voluntariamente, sobre las capitanías asistentes, en cuáles sirvieron y los lugares donde combatieron. Y todos los datos de las capitanías que estuvieron en Amaiur vienen con su referencia expresa de dónde están tomados. Su extensión no permite traerlo a un artículo de prensa, pero Monteano conoce sobradamente los datos y la precisión de las referencias que doy dato por dato y separados (lo que no hacen todos los titulados) tomados del entonces AGN.

2.º Monteano me acusa de “no dar crédito al notario legitimista”, cuando lo que no doy crédito es a la trascripción del P. Recondo, al que conocí personalmente y mentía más que hablaba y textualmente dije: “Copia, que se la tomé al P. Recondo, y a cuya trascripción sobre beamonteses y agramonteses no le doy crédito, tal como pongo en la tercera edición del libro de la conquista”. Plena conformidad con el documento que cita Monteano, pero no es el que yo me refería.

3.º La nominación de “infantes” a los navarros que utiliza Monteano nunca fue usado por los castellanos en Navarra. Se encuentra en unos documentos de Simancas como gastos de pago a “infantes”. ¿Cómo puede ser esta contradicción? Pues se trata de unas listas de cuentas presentadas, donde se les nomina así con sendas paradojas: no son cartas de pago, carecen de remitente y la nominación de infantes no se justifica. Entonces me acordé de las cuentas del Gran Capitán y deduje que la tal cuenta era de alcance meritorio del virrey de turno para ser agraciado por gastos realizados.

4.º Ya me dirá cómo explica su afirmación de que se tomó alarde el día 21 de julio (dos días después de la rendición del castillo de Amaiur) cuando los alardes se realizaban previamente a la confrontación armada. Y tan extraña es también la afirmación de que la tropa cobró de los “pagadores castellanos”, cuando no había un solo maravedí para costear los pagos. En mi libro sobre la conquista (del 2001 y 2014) empleo un capítulo para los pueblos que no cobraron sus aportaciones de hombres a la toma de Amaiur (las ciudades, villas y particulares que prestaron dinero no cobró ninguna, pp. 492-496) incluso tras obtener sentencias a favor de su pago. Y en mi último libro (Rena II), explico cómo se emitían libranzas que luego no se pagaban, y que algunos dan por liquidadas.

5.ª En cuanto al señor de Sarria, Monteano cita cómo cobró los servicios en la toma de Amaiur un año más tarde y aduce que documentos similares hay “para el resto de tropas navarras”. Pero no ocurre lo mismo con las que tuvieron que recurrir, como, por ejemplo, fue el caso de los pueblos de Anoz, Saldise, Ollo, Arteta, Senosiáin, Eguíllor, Beasoáin, Asiáin y cendeas de Olza y valle de Ollo. Pueblos que todavía pleiteaban en 1527 para conseguir que se les pagase. Y ya he adelantado que ni siquiera las sentencias favorables significaban la seguridad de que llegasen a cobrar.

6.º Pero un buen ejemplo para situar lo ocurrido en Amaiur al tiempo de su ocupación es lo ocurrido con los Arizala (padre y dos hijos que se hallaban dentro del fuerte), y quisieron rendirse a los de Puente la Reina (gente del señor de Sarriá) y no les valió a pesar de que Lezáun, primer responsable por el señor de Sarriá quiso que fueran sus presos para ser rescatados por ellos. Pero fueron despojados de todo por soldados regulares, y además ser presos de estos para el pago de un rescate de 200 ducados. Eso les condujo al decomisó del ganado que poseían en su casa de Azcona, y sufrir tres juicios. Sintomático de lo que representa un país ocupado y tropas que lo someten.

7.º Así, el debate esencial trata de si Navarra fue sometida por otro país extranjero o lo hizo voluntariamente. Para mí los datos no ofrecen duda sobre lo ocurrido.
Una cosa es que una parte de la nobleza rebelde actúe integrada en el ejército castellano, utilizando entrambos de forma espuria la llamada del apellido -usurpando la jurisdicción a favor de quien carece del derecho a la potestad-, y otra, sustancialmente diferente poner el acento en buscar datos sin cuestionar el peso de la abundante documentación y pruebas de que solo hubo un ejército en unidad militar y mando único.
El Estado navarro pues, fue víctima de una invasión extranjera, cuando en su territorio no había oposición armada. Se impone así el poder como jurisdicción de justicia conquistada. Hechos justificados en mis obras por activa y por pasiva.
Tratar de tergiversar esta realidad, sosteniendo que la conquista castellana fue cuestión de enfrentamiento entre dos parcialidades (o asentando una rebeldía armada inexistente) es tratar de ocultar la conquista de Navarra mediante invasión extranjera, dándole el peso de “guerra civil”. Un presentismo similar al de quienes habiendo negado hasta ayer mismo la conquista de Navarra, pretenden ahora normalizarla como un asunto “antiguo” entre navarros. Como si aquellos hechos no hubieran tenido relación alguna en nuestra situación actual, que se rige desde la misma monarquía que se apropió de lo que no le pertenecía. Y desgraciadamente, este es el debate para aclarar hoy día, de cara al presente y al futuro".



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